¿QUÉ SON REALMENTE LAS ESPECIES? LA BÚSQUEDA DE CLASES NATURALES EN BIOLOGÍA*
SANTIAGO GINNOBILIUniversidad de Buenos Aires [email protected].
En What Emotions Really Are y en otros artículos, Griffiths afirma que las clases natu-rales de los organismos vivos en Biología son cladistas. La afirmación está inmersa enuna nueva teoría acerca de las clases naturales. En este trabajo examinaré los argu-mentos esgrimidos por Griffiths para sostener el estatus privilegiado de las clasifica-ciones cladistas frente a otras clasificaciones. No se discutirá la teoría de las clasesnaturales ofrecida, de cuyos méritos no dudo, sino su capacidad para ofrecer una solu-ción en la cuestión particular de qué sistema de clasificación de organismos debería uti-lizarse en Biología. PALABRAS CLAVES: especies, clases naturales. pluralismo, clasificación cladista
ABSTRACT
In What emotions really are and in other papers Griffiths states that in Biology, naturalclasses ofliving organisms are clades. This assertion is made within the bounds of anew theory of natural classes. In this paper I wiIl consider the arguments employedby Griffiths to support the privileged status of the cladistic classification over otherclassifications. It is not Griffith’s theory of natural classes what will be discussed, but his ability tooffer a solution to the particular issue ofwhich classification system of organisms shouldbe used in Biology. KEY WORDS: species, natural classes, pluralism, cladistic classification
En What emotions really are (Griffiths 1997, pp. 202-220), Griffiths
afirma que las clases naturales de los organismos vivos en Biología soncladistas. Esto es sostenido también en otros artículos (1994, 1996, 1999). Con esto, Griffiths no pretende enfrentar a los que sostienen que las espe-cies son individuos y no clases (por ejemplo, Ghiselin 1974, Hull 1978),sino, más bien, reinterpretar dicha posición, pues la afirmación se encuen-
* Agradezco los valiosos comentarios de Diana Pérez y Pablo Lorenzano a ver-
siones previas de este trabajo, así como las atinentes sugerencias del evaluador anó-nimo. Quiero agradecer, además, a SADAF - Sociedad Argentina de Análisis Filosófico,por haberme otorgado el Premio Estímulo a la Investigación - Programa 2004, por estetrabajo.
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tra inmersa en una nueva teoría acerca de las clases naturales. Esta teo-ría está basada en ideas de Boyd (1991,1999), de acuerdo con las cualeslas clases naturales no necesariamente se definen por propiedades intrín-secas esenciales, pudiendo ser históricamente delimitadas (Boyd 1999, pp. 154-155). Pero Griffiths sí se enfrenta con aquéllos que piensan que lasclasificaciones de organismos deben hacerse según algún otro sistema yno el cladista, y también con aquéllos que optan por una respuesta plu-ralista a la cuestión de cuál de los diferentes sistemas de clasificación debeser utilizado en Biología.
En este trabajo examinaré los argumentos esgrimidos por Griffiths
para sostener el estatus privilegiado de las clasificaciones cladistas fren-te a otras clasificaciones. No se discutirá la teoría de las clases natura-les ofrecida, de cuyos méritos no dudo, sino su capacidad para ofrecer unasolución a la cuestión particular de qué sistema de clasificación de orga-nismos debería utilizarse en Biología. En las partes I y II presentaré lateoría de las clases naturales que ofrece Griffiths, presupuesta en el esta-blecimiento de la superioridad del sistema cladista. Caracterizaré breve-mente la taxonomía cladista en la parte III. La intención no es brindaruna exposición detallada, sino esbozar los métodos y principios de la cla-dística y caracterizar ciertos conceptos que se utilizarán a lo largo del tra-bajo. En la parte IV discuto el resultado de la aplicación de los criteriosofrecidos por Griffiths para el establecimiento de la superioridad de la cla-dística. En la parte V discuto los criterios mismos. Finalmente, en la par-te VI dirijo la atención sobre algunas de las razones que puede haber paraencontrar un sistema de clasificación de organismos unificado para todala Biología y sobre la cuestión más general de encontrar las clases natu-rales de la Biología. EL RESURGIMIENTO DE LAS CLASES NATURALES
Griffiths utiliza el término “clase natural” para referirse a catego-
rías1 que admiten una extrapolación confiable inductiva de algunos ejem-plos de la categoría a la categoría completa (1997, pp. 187-192; 1999, pp. 215-219; en prensa a, pp. 2-3; en prensa b, pp. 8-12). Utilizando la ter-minología de Goodman, las clases naturales serían categorías proyecta-bles (Goodman 1954). La proyectabilidad de una categoría sería la
1 Griffiths utiliza el término “categoría” para nombrar a la referencia de los tér-
minos de clase (Griffiths 1997, pp. 175-176).
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confianza para realizar inducciones de correlaciones de propiedades enejemplares observados de esa categoría a no observados. Esta no impli-caría necesariamente, según Griffiths, la adherencia a algún tipo de rea-lismo. La confiabilidad depende de teorías de fondo que nos brindan unaexplicación causal de la correlación de propiedades observadas. Esta ideaes tomada de Boyd (1991, 1999). Este mecanismo causal subyacente a lacategoría es llamado por Boyd mecanismo de homeostasis causal. Unacategoría es proyectable en virtud, entonces, de su homeostasis causal.
El mecanismo de homeostasis causal subyacente a la categoría es
también llamado por Griffiths la “esencia” de la categoría (1997, pp. 188-189). Pero, a diferencia de lo que los defensores clásicos de las clases natu-rales creían (Kripke 1980, Putnam 1975), la esencia microestructural sólosería un tipo entre los diversos tipos de esencias. La esencia de una cate-goría sería el mecanismo causal homeostático que justifica la proyecta-bilidad de esa categoría. En las categorías de la química la esencia pareceser microestructural, pero en otras categorías no. En el caso de los taxo-nes biológicos, la esencia no sería microestructural, sino histórica. Lostaxones biológicos formarían categorías proyectables en virtud de su ori-gen histórico. El mecanismo homeostático causal sería la descendenciacomún. Esto sería, según Griffiths, lo que Ghiselin y Hull habrían que-rido decir cuando ofrecían argumentos en contra de que las especies fue-sen clases naturales. De todos modos, Griffiths invita a que, aquéllos alos que no les guste el concepto de “esencia”, lo dejen de lado (1997, p. 189),pues no sería esencial al enfoque. Como este trabajo se enmarca dentrode la Filosofía de la Biología, en la cual el concepto de “esencia” está tancargado semánticamente,2 aceptaré la invitación de Griffiths y seguiréhablando de mecanismo de homeostasis causal de las categorías en lugarde esencias.
Como se verá, el concepto de “clase natural” es fuertemente resig-
nificado con respecto a la literatura anterior. No nos comprometería conel realismo y no dependería de esencias microestructurales. Tanto es así,que Griffiths (en prensa b, pp. 12-18) ha reconsiderado la utilización deeste término proponiendo, en su reemplazo, el de “clase investigativa”. Seguiremos utilizando el término “clase natural”, porque es de este modo. en que aparece en la literatura en discusión.
Otro cambio con respecto a la tradición nos interesa particularmen-
te. En acuerdo con Dupré (1993), para Griffiths (1997, pp. 190-192; enprensa b, p. 12), el concepto de “clase natural” no implica una única taxo-nomía de la naturaleza de manera independiente de cualquier propósi-
2 Ver, por ejemplo, Hull (1965) y Sober (1980).
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to humano. Podría haber distintas taxonomías de un mismo dominio igual-mente legítimas, es decir, en un mismo dominio podría haber categoríasdiversas que se superpusieran, todas con homeostasis causal. Una cate-goría que no tuviera homeostasis causal, o que aparentara tenerla por suproximidad con una categoría que sí la tuviera, no sería legítima y debe-ría ser rechazada. Boyd también estaría de acuerdo con esto. Para él, lahomeostasis causal y, por lo tanto, las clases naturales, son matrices dis-ciplinarias dependientes. Lo que desde el punto de vista de una matrizdisciplinaria es una clase natural, puede no serlo desde el punto de vis-ta de otra (1999, pp. 159-162). Las matrices disciplinarias no tendrían porqué coincidir con las divisiones que se realizan en la práctica científicaentre disciplinas. Una matriz disciplinar es, para Boyd, una familia deprácticas inductivas e inferenciales que comparten un aparato conceptualcomún (1999, p. 148). Esto sería compatible, según Boyd (1999, pp. 169-170), con el tipo de pluralismo defendido por Ereshefsky (1999), Kitcher(1984) y Dupré (1993), en el que las mismas familias de organismos pue-den ser clasificadas bajo diferentes tipos de especie según el proyecto expli-cativo del que se trate.
Sin embargo, y este punto es central en este trabajo, para Griffiths,
el que haya varias categorías legítimas en un dominio no implica que todaslas categorías sean igualmente proyectables e igualmente útiles. Con estotendría que ver la superioridad del cladismo sobre otros sistemas de cla-sificación. LAS CLASES NATURALES SON TODAS LEGÍTIMAS, PERO HAY UNAS MÁS LEGÍTIMAS QUE OTRAS
Según Griffiths, utilizar un concepto de “clase natural” más amplio
que el tradicional y aceptar que puede haber muchas taxonomías super-puestas del mundo no implica que no haya ninguna forma de elegir entrediferentes taxonomías de la naturaleza (1997, 191-192). La teoría de lahomeostasis causal nos daría las herramientas para realizar este tipo decomparaciones. Las categorías no serían todas igualmente útiles en induc-ciones y explicaciones.
En un artículo más reciente Griffiths (1999, p. 217) desarrolla lo
que en What emotions really are está sólo sugerido. La naturalidad de lascategorías se puede comparar de tres modos distintos:
El primero tiene que ver con el valor de las generalizaciones en las
que las categorías son utilizadas. El valor de una generalización legali-
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forme varía en dos dimensiones que Griffiths llama fuerza y alcance. Fuer-za es la medida de la confianza en las predicciones que se hacen utilizan-do esa generalización. Alcance es la medida del tamaño del dominio sobreel cual la generalización es aplicable. Una categoría teórica sobre la cualhay generalizaciones de una fuerza y alcance considerables es más natu-ral que una categoría acerca de la cual hay generalizaciones de un alcan-ce más restricto y una fuerza menor.
Las categorías pueden diferir en el número de generalizaciones en
las que son utilizadas. Una categoría puede estar inmersa en un proyec-to científico más rico que otros.
Finalmente, las categorías teóricas están inmersas en programas
de investigación más amplios cuyas perspectivas relativas pueden llevar-nos a preferir ese conjunto de categorías antes que otro.
Como se puede ver, la proyectabilidad y, en consecuencia, la natu-
ralidad de una categoría dependería de lo fructíferas que fueran las teo-rías (en un sentido amplio) en las que estas categorías se enmarcan (sobreesto volveré en la parte V de este trabajo). Aparentemente, no habría posi-bilidad de comparar las categorías sino es comparando las teorías en lasque son utilizadas. Además, sería una cuestión de grado. Habría clasesmás naturales que otras. CLADÍSTICA
Quisiera caracterizar brevemente el sistema de clasificación cla-
dista y algunos conceptos que se mencionarán a lo largo del trabajo.3 Loscladistas sostienen que la sistemática tiene como meta la representaciónde la historia evolutiva. La forma en que los cladistas presentan la his-toria evolutiva es a través de cladogramas. Estos son diagramas ramifi-cados que agrupan taxones utilizando como criterio la común descendencia(ver fig. 1). Por supuesto, la clasificación realizada de este modo, por seruna afirmación acerca de la historia evolutiva de los organismos vivos,tiene un carácter hipotético. Los cladistas tienen una teoría acerca de que
3 Esta presentación de la cladística es sumamente ingenua y no representa fiel-
mente las discusiones que se dan al interior del programa, ni las discusiones metate-óricas en torno a él. La .intención de dicha presentación es dar las herramientasnecesarias para hacer inteligible la discusión posterior al lector que desconozca los con-ceptos utilizados por esta escuela taxonómica.
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caracteres compartidos entre los organismos del grupo en estudio, soninformativos para inferir la historia evolutiva representada por los cla-dogramas. Los caracteres compartidos por todo el grupo de estudio (pri-mitivos) y los que se presentan en sólo uno de los taxones (únicos) sonirrelevantes para la confección del árbol. Si estamos intentando realizarun cladograma para todos los mamíferos, un rasgo que compartieran todoslos mamíferos o uno que apareciera en uno de los taxones sería irrelevan-te. Sólo son informativos los rasgos derivados. Aquéllos que surgen en lahistoria evolutiva del grupo y que no son compartidos por todos los taxo-nes del grupo de estudio. La tarea se complejiza porque, a veces, un ras-go puede evolucionar de manera independiente dentro de un grupo. Estoprovoca que pueda haber varios cladogramas distintos consistentes conlos mismos datos. Para solucionar este problema, los cladistas adoptanlo que llaman “principio de parsimonia”, que indica siempre optar por elcladograma más simple, aquél que requiere menos apariciones separa-das de rasgos.
Es importante señalar que los cladistas sólo consideran como uni-
dades taxonómicas a los grupos monofiléticos. Un grupo monofilético con-siste en un antepasado y toda su descendencia (ver fig. 2).
Figura 1. Éste sería un cladograma simple en el que se representan las relaciones entre los
taxones 1, 2 y 3. Las letras minúsculas repre-sentarían rasgos primitivos; las mayúsculas,derivados. Sólo el rasgo A sería informativo. Laflecha señala el evento en el que aparece el nue-
vo rasgo. Se podría confeccionar un árbol en el
que A surgiera en los dos taxones independien-temente, pero sería menos parsimonioso. Senecesitaría de más eventos evolutivos. Figura 2. En este ejemplo son taxones mono- filéticos los grupos (1 2), (3 4) y (1 2 3 4). No son taxones monofiléticos (2 3) ni (1 2 3).
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LAS CLASES NATURALES DE LOS ORGANISMOS SON CLADOS
Griffiths argumenta a la vez a favor de dos tesis distintas, una más
fuerte que la otra. Una tesis es que la clasificación cladista de los orga-nismos vivos divide a los organismos en clases naturales. Dada la carac-terización de clase natural que propone, me parece que ofrece argumentosconcluyentes al respecto. Pero no sólo sostiene eso. Él dice que los gru-pos monofiléticos, es decir, los clados, son las clases naturales de los orga-nismos (1997, p. 210). Esto podría querer decir que son las únicas clasesnaturales legítimas en las que se dividen los organismos, pero, dado quesu concepto de “clase natural” es extremadamente amplio y que, además,no sólo es dominio dependiente, sino que también es relativo a los pro-pósitos con los que se hace la clasificación, Griffiths debe conceder, y con-cede, que incluso las divisiones que se hacen fuera de la Biología, porejemplo, entre los jardineros, tienen cierta proyectabilidad (1997, pp. 191-192). ¡Qué decir de las otras clasificaciones dentro de la Biología! Nece-sariamente tiene que concederles algún tipo de proyectabilidad pormínima que sea. La cuestión tendrá que ver, entonces, con una superio-ridad de dicha clasificación sobre las alternativas. Esto, como veíamos,tendrá que ver con una cuestión de grado. Según Griffiths, la clasifica-ción cladista sería maximalmente predictiva. Permitiría hacer más pre-dicciones correctas acerca de las propiedades no observadas de unorganismo que ninguna otra clasificación disponible (1997, p. 213).
¿Cuáles serían las otras clasificaciones disponibles con las cuales
habría que comparar al cladismo? Cuando Griffiths sostiene que el sis-tema de clasificación cladista es superior a los otros disponibles, se refie-re a clasificaciones de organismos funcionales brindadas, por ejemplo, porla Ecología y a clasificaciones no funcionales. Dejaré de lado, por cuestio-nes de espacio, el tratamiento que hace Griffiths de las clasificaciones fun-cionales en Biología.4
4 Es interesante señalar que la superioridad de las clasificaciones histórico-cla-
distas sobre las funcionales, en Biología, sólo está referida al nivel de los organismos. Esto no implica que esta superioridad se pueda sostener en toda la Biología, como aveces parece sugerir Griffiths. Si pensamos en proteínas, por ejemplo, parece dudosoque el origen histórico sea más informativo que su función o su estructura. Se podríasostener que Griffiths, cuando habla de Biología, está pensando en realidad en la Bio-logía Evolutiva, pero no en la Biología Molecular. Pero las proteínas, por supuesto, sonparte de la expresión fenotípica del genotipo de los organismos y también caen bajo eldominio de aplicación de las teorías evolutivas.
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Es importante señalar que, cuando en Biología se plantea el pro-
blema de la clasificación de los organismos en un sistema, se está pen-sando siempre en una clasificación jerárquica (Sober 2000, pp. 162-163). En una clasificación de este tipo, al clasificar un organismo en una espe-cie, queda clasificado bajo un montón de otros conceptos, llamados gene-ralmente “taxones superiores”. Las especies se agrupan en géneros, losgéneros en familias, etc. En sistemática, éste es un supuesto no contro-vertido cuyo fundamento, probablemente, esté en la tradición, pues el sis-tema más utilizado, el de Linneo, es jerarquizado. La discusión acerca delsistema jerárquico de clasificación más indicado se ha centrado en tressistemas distintos: el fenetista, basado únicamente en similaridades entrelos organismos (los organismos se organizan en especies, las especies engéneros, etc., en virtud de cierta medida de similaridad); el cladista, enel que la jerarquía está determinada por el proceso de ramificación evo-lutivo; y, finalmente, el evolutivo, que mezcla los dos sistemas anteriores,dando importancia principalmente a la genealogía, pero permitiendo quea veces la semejanza se imponga sobre la genealogía.
Griffiths parece estar pensando únicamente en clasificaciones jerar-
quizadas en sus argumentos. Por lo tanto, considera que todos los argu-mentos presentados por Hull y Ghiselin, a favor de que las especies sonentidades históricas (en la interpretación que hace Griffiths de la tesisde Hull y Ghiselin de que las especies son individuos (Hull 1978, Ghise-lin 1974)), son argumentos a favor de la clasificación cladista, la única delas tres sistemáticas que se basa sólo en principios históricos para agru-par organismos (Griffiths 1997, pp. 202-207). Sin embargo, nada impli-ca que las clasificaciones que den origen a categorías naturales deban serjerarquizadas. Al contrario, las categorías naturales más tradicionales,los elementos químicos, no se agrupan en un sistema jerarquizado. Altomar en cuenta sólo sistemas jerarquizados, se dejan de lado, como pos-tulantes a clases naturales, un montón de conceptos de especie que no pro-ducen clasificaciones jerarquizadas.
Es normal que se vea a los diversos conceptos de especie no jerar-
quizados como un complemento del sistema jerarquizado brindado porel cladismo. Teniendo en cuenta la distinción entre el criterio para ponera los organismos juntos en un taxón (criterio de agrupamiento) y el cri-terio para establecer si el taxón es una especie, un taxón superior o infe-rior (ranking) (Brandon y Mishler 1987, p. 113); para algunos habría queser monista con respecto al criterio de agrupamiento y pluralista conrespecto al establecimiento del ranking (Mishler y Donoghue 1982, Mis-hler y Brandon 1987). El criterio de agrupamiento de organismos esta-ría establecido por los cladistas, es decir, los organismos deberían
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agruparse en grupos monofiléticos; pero, dado que la cohesión en lasespecies es mantenida de diversos modos en la naturaleza, habría queutilizar distintos conceptos de especie para determinar qué grupos mono-filéticos son especies. Griffiths podría tener algo así en mente, de modoque no dice nada acerca de los diversos conceptos de especie no jerar-quizados.
Pero, aunque no se refiera a clasificaciones jerarquizadas, sostie-
ne que las clases naturales de los organismos son los taxones mono-filéticos.
¿Qué ocurriría con los. conceptos de especie que dividen a los orga-
nismos en categorías no monofiléticas? Por ejemplo, los conceptos bio-lógicos de especie, como el propuesto por Mayr, en el que las especiesson poblaciones reproductivas aisladas reproductivamente de otraspoblaciones (Mayr 1988, pp. 318-319), formarían, en algunos casos, gru-pos no monofiléticos (Ereshefsky 1999, pp. 290-294). Dado que la bioes-pecie también agruparía organismos según principios históricos, losargumentos a favor de que las especies son entidades históricas tam-bién beneficiarían a una clasificación basada en el concepto de bioes-pecie. Cabe preguntarnos, ¿por qué motivo los diversos conceptos debioespecie no dividirían a los organismos en clases naturales? El con-cepto de bioespecie es utilizado en generalizaciones interesantes. Porejemplo para teorías acerca de cómo se generan nuevas especies, noimporta tanto tratar con grupos monofiléticos, sino justamente el ais-lamiento reproductivo. Asimismo, para que las especies funcionen comounidad evolutiva o como unidad de selección (por supuesto, esto últimoes mucho más controvertido), tampoco importa tratar con grupos mono-filéticos, sino con grupos de poblaciones reproductivas, reproductivamen-te aisladas de otras poblaciones.
De todos modos, como se había adelantado, estos conceptos ten-
drían cierta proyectabilidad, la cuestión sería que las clasificaciones cla-distas serían superiores, es decir, que los clados constituirían clases másnaturales que otros agrupamientos de organismos. Según Griffiths, lasuperioridad de las clasificaciones cladistas radica en que éstas sonmaximalmente predictivas. Una clasificación cladista de un organismonos permitiría hacer más predicciones correctas acerca de sus propie-dades no observadas que ninguna otra clasificación disponible (1997, p. 213). Esto parece tener que ver, en particular, con los dos primeros cri-terios mencionados en la parte II de este trabajo. Con el primero, en tan-to que las generalizaciones basadas en las categorías cladistastendrían más fuerza y alcance; con el segundo, en cuanto que el núme-ro de generalizaciones que se podrían hacer sería mayor. ¿Ofrece Gri-
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ffiths algún argumento para sostener esta afirmación? Lo que hace esproporcionar un número pequeño de ejemplos cuya función parece ser,más que nada, la de mostrar la importancia de la inercia filogenética:la tendencia de los organismos a conservar estructuras de sus ancestros. Es así que sabemos más de una especie de aves por saber que es un aveque por conocer las fuerzas selectivas a las que está sometida (Griffiths1994, p. 216). Dada esta inercia, el origen histórico sería más informa-tivo acerca de las características no observadas de un organismo que,por ejemplo, las presiones selectivas a las que se encuentra sometido. Esto sería así porque la selección actúa sobre estructuras ya dadas y supoder es limitado.
Suponiendo que, efectivamente, el origen de un organismo fuera
más informativo que cualquier otro criterio (este trabajo versa sobre cues-tiones conceptuales y no sobre la cuestión empírica de lo fructífero de cier-tas teorías científicas), uno podría conceder que es importante que lasclasificaciones reflejen la genealogía de los organismos. Quisiera hacernotar que este requisito podría ser cumplido por otras clasificaciones, entreellas, la evolutiva. De todos modos, esto podría beneficiar al sistema cla-sificativo cladista, haciendo que se lo considere como el mejor disponible. Aun cuando esto fuese así, creo importante destacar que comprometer-se con el sistema cladista es comprometerse con una visión idealizada yparcial de la realidad. No hay que olvidar esto por más beneficios que estesistema clasificatorio tenga. Por ejemplo, las clasificaciones cladistas sóloreconocen nuevas especies cuando una especie se divide en dos. Esto tie-ne varias consecuencias que muestran el carácter idealizado de la cladís-tica. Una de ellas, por ejemplo, es que si un taxón evoluciona a través deltiempo sin que se produzca ninguna bifurcación, lo que normalmente seconoce como “especiación anagenética”, en las clasificaciones cladistas seseguirá tratando como el mismo taxón. Este evento de especiación no esreconocido por la cladística. Ahora bien, uno podría describir esta situa-ción como una falencia de la cladística, como algo que se le escapa. Porel contrario, Griffiths sostiene que la especiación anagenética no es unaespeciación en absoluto (1997, pp. 208). Sólo sería un dispositivo para cla-sificar fósiles utilizado por los paleontólogos. Esta afirmación se parecea la de los defensores del concepto de bioespecie de que los organismosasexuales no eran clasificables en especies, sin importar que los especia-listas en esas áreas así lo hicieran. Considero que, incluso en el caso deque las clasificaciones cladistas permitiesen realizar más y mejores pre-dicciones, las otras clasificaciones serían necesarias para atrapar la rique-za y la diversidad del mundo vivo. En tanto necesarias, difícilmentepuedan ser caracterizadas como inferiores.
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ACERCA DE LOS CRITERIOS DE NATURALIDAD
Ahora quisiera ocuparme, más que de la aplicación de los criterios
para establecer la mayor naturalidad de las clasificaciones cladistas, delos criterios mismos. Los criterios antes mencionados que ofrece Griffithsparecen implicar que la naturalidad de las categorías depende del éxitode las teorías en las que son utilizadas, pues la naturalidad de una cate-goría está constituida por su proyectabilidad. A su vez, la proyectabilidad,es decir, el grado de confianza para hacer inducciones de correlaciones depropiedades desde ejemplares observados de esa categoría a otros noobservados, depende de su homeostasis causal, que es el mecanismo cau-sal subyacente que justifica este tipo de inducciones en la categoría y queestá proporcionado por teorías de fondo. La forma de comparar catego-rías, entonces, dependería de la comparación entre teorías. Griffiths sue-le dar como ejemplo de una clasificación arbitraria y carente dehomeostasis causal la de los objetos supralunares (1997, p. 14). Los obje-tos supralunares no tendrían nada en común salvo el hecho de ser supra-lunares. Es decir, la categoría no atraparía ningún cúmulo de propiedadesproyectables. ¿Cómo juzgamos esto? Evaluando las teorías que utilizabanestas categorías. No hay otro modo. Cuando estas teorías estaban en boga,la categoría tenía homeostasis causal y era proyectable. Se podía saberun montón de cosas de un objeto a partir del conocimiento de que erasupralunar, por ejemplo, el elemento del que estaba constituido, la for-ma en que se movía, etc. La afirmación de que esa categoría no es natu-ral depende de que la teoría en la que se la utilizaba ya no es aceptada. Pero si para comparar entre la naturalidad de distintas categorías nece-sito comparar las teorías en las que éstas son mencionadas, sólo podríacomparar categorías utilizadas en teorías en competencia. ¿De qué modopodríamos comparar teorías que no estuvieran en competencia?
Por supuesto, la argumentación de Griffiths consiste en mostrar
que las clasificaciones cladistas son las que de hecho son utilizadas en laBiología Evolutiva. Por ejemplo, argumenta que las clasificaciones fun-cionales de la Ecología se montan (o deberían montarse), en realidad, sobreclasificaciones cladistas, por lo que éstas también serían utilizadas en laEcología. Sin embargo, como intenté sostener anteriormente con el con-cepto biológico de especie, hay clasificaciones no compatibles con las cla-distas que son utilizadas en Biología y que son dejadas de lado porGriffiths, por no ofrecer un sistema de clasificación jerarquizado. La deter-minación de la superioridad de la clasificación cladista por sobre la cla-sificación en bioespecies dependería, en definitiva, de la comparación de
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las teorías en las que se utilizan estas clasificaciones y, difícilmente, sepueda considerar a estas teorías como competidoras.
En definitiva, para la evaluación de los argumentos de Griffiths, pare-
ce ineludible la disponibilidad de una reconstrucción de la Biología Evolu-tiva en su conjunto. ¿Son las teorías internas a la Biología Evolutiva teoríasen competencia? ¿Cuáles son las categorías utilizadas en las diversas teo-rías? Éstas son preguntas que sólo se pueden discutir analizando las for-mas en que se relacionan las teorías dentro de la Biología Evolutiva. ¿PARA QUÉ?
Quisiera tratar dos cuestiones distintas pero relacionadas. Una es
acerca del interés perseguido detrás del establecimiento de un sistemade clasificación de organismos único para toda la Biología. La otra, másgeneral, es acerca de la importancia de encontrar clases naturales en laBiología. El desarrollo de esta última cuestión mostrará aquello que con-sidero que el concepto de “clase natural” tradicional tiene en común conla versión re significada en cuestión.
Creo que es bastante claro que las diversas clasificaciones, aunque
internas a la Biología, tienen distintos propósitos. Con el concepto biológi-co de especie se pone el acento en los mecanismos de aislamiento reproduc-tivo que hacen que una especie sexual funcione como unidad evolutiva. Estotorna interesante el concepto para los ecólogos preocupados por la inter-acción entre las poblaciones y las especies (Mayr 2000, p. 29). También paralos que defienden que las especies pueden ser unidades de selección. El sis-tema de clasificación fenetista tenía el propósito de establecer las diferen-cias en cuanto a similaridades objetivas. Más allá de sus logros, su propósitoera distinto al de los cladistas, preocupados, al menos en los orígenes delcladismo, por establecer un sistema de clasificación que refleje el procesode ramificación evolutivo (Sober 2000, p. 169). Independientemente de lacuestión de si Griffiths ofrece o no algún criterio para comparar sistemasde clasificación, realizados con propósitos diferentes, que se ha expuesto másarriba: ¿qué sentido tiene comparar clasificaciones hechas con propósitosdistintos? Es muy probable que esto tenga que ver justamente con encon-trar un sistema de clasificación común a toda la Biología. En la literaturasobre el tema se pueden encontrar varias discusiones acerca de los bene-ficios y perjuicios del pluralismo. Sin embargo, me parece importante sepa-rar la discusión del pluralismo con respecto a los sistemas de clasificaciónde organismos, de discusiones más generales acerca del pluralismo. Si bien
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estas dos cuestiones están íntimamente conectadas en la literatura y, porsupuesto, también a nivel conceptual, no necesariamente en la discusiónde los diversos conceptos de especie se están jugando cuestiones epistemo-lógicas generales. Creo que separar estos dos problemas puede llevar a quese vea más claramente el funcionamiento de la Biología. Griffiths sostie-ne, como ya vimos, un pluralismo que consiste en aceptar, no sólo que lasclasificaciones son dominio-dependientes, sino que además son propósito-dependientes, lo cual permite que haya clasificaciones en un mismo domi-nio que se superpongan y que sean igualmente legítimas. Algúnpluralismo de este tipo es aceptado de manera bastante generalizada entrelos filósofos de la Biología. El monismo contrario a este pluralismo tiene con-secuencias que los Filósofos de la Biología, porque les gusta la Biología yporque la conocen, rechazan. Por ejemplo, la idea de que hay ciencias másbásicas que otras, que tratarían con las verdaderas clases naturales (en sen-tido tradicional) a las que, a la larga, la Biología se reducirá. Sin embar-go, el mismo intento de legitimar la autonomía de la Biología lleva a muchosa aceptar como indubitable la unidad de la Biología. Para algunos, comoseñala Kitcher (1984), la búsqueda de un sistema único puede tener quever con esto. Si no hubiera sistemas de clasificación compartidos en Biolo-gía, podría ocurrir una situación de retorno a Babel. Al término “especie”le podría ocurrir lo mismo que, para Griffiths, le ocurre a “emoción” o a “obje-to supralunar”. No referirían a una categoría natural. De hecho, para algu-nos, esto es efectivamente lo que ocurre (por ejemplo, Ereshefsky 1998). Estasituación podría llevar a algún tipo de incomunicación dentro de la Biolo-gía. No creo que estos temores sean del todo justificados. Si se acepta quelas clasificaciones son relativas a algún tipo de marco, no veo por qué pre-ocuparse por la extensión de ese marco. Alguna vez se pudo pensar que estosmarcos abarcaban la Ciencia en general; pero, con la historia de la Filoso-fía de la Ciencia, se han ido reduciendo. Estos marcos podrían ser internosa la disciplina de la Biología o a la Biología Evolutiva misma. Pero si es posi-ble hacer Ciencia con una Ciencia desunida, debe ser posible hacer Biolo-gía con una Biología desunida. Vuelvo a remarcar la importancia de elucidary reconstruir la Biología para tener en claro estas cuestiones. La forma dedeterminar las relaciones entre las teorías biológicas y de determinar enqué consiste tal unidad, si es que existe, es estudiando la Biología. EstaCuestión es de sumo interés, independientemente de sus consecuencias epis-temológicas generales.
La segunda de las cuestiones, la de por qué buscar clases natura-
les en Biología, tiene que ver también con la legitimidad de la autonomíade la Biología. No pasaré lista de todas las virtudes del enfoque de Grif-fiths acerca de las clases naturales que justificarían su aplicación a la cues-
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tión de las especies. Me centraré sólo en el rasgo que da sentido al man-tenimiento del término “clase natural” para las categorías con homeos-tasis causal: la relación que hay entre la búsqueda de clases naturalesen Biología con la búsqueda de leyes biológicas. Una de las razones porlas que se ha sostenido que la Biología Evolutiva carece de leyes es por-que las criaturas vivientes están espacio-temporalmente ubicadas (Smart1963, 1968). Uno de los criterios que tradicionalmente se considera quedebe cumplir un enunciado para ser una ley científica es el de estar espa-cio-temporalmente no restringido. Sólo sería posible encontrar leyes evo-lutivas si encontramos clases naturales de las cuales estas leyes traten. Por supuesto, ésta no es la razón principal por la que, primero Boyd y lue-go Griffiths, propusieron una nueva forma de entender las clases natu-rales. Su preocupación principal tiene que ver con la descripción de laactividad científica. Sin embargo, Griffiths es explícito en afirmar que sólotérminos teóricos que refieran a clases naturales pueden entrar en leyescientíficas (1999, p. 219). Cuando habla de ley científica ya no está pen-sando en la noción tradicional, sino que sólo exige que soporten contra-fácticos. Las clases naturales, como vimos, tampoco son las tradicionales. Pero que sólo haya leyes científicas con términos teóricos que refieran aclases naturales es una exigencia que sigue estando y que justifica el man-tenimiento del nombre “clase natural”. No discutiré aquí la cuestión desi sólo puede haber leyes científicas acerca de clases naturales. Es unacuestión discutible y discutida. Sin embargo, quisiera señalar que, de serésta una exigencia legítima a las leyes, el enfoque de Griffiths no la refle-ja de forma satisfactoria. Una clase natural, como vimos, sería una cate-goría cuya proyectabilidad estaría garantizada por teorías científicas defondo. Dicho de otro modo, para que una categoría sea natural debe apa-recer referida en las leyes de esas teorías. A su vez, para que una ley seacientífica debe tratar acerca de clases naturales. La circularidad es explí-cita. En la cuestión que nos ocupa aquí, la argumentación de que los cla-dos son las clases naturales de los organismos en Biología se justifica apartir de que es acerca de los clados que las teorías biológicas tratan. Porotro lado, de ser así, las teorías científicas sólo podrían tratar con agru-paciones de organismos monofiléticas, es decir, clados. O bien lo prime-ro es cierto, con lo cual lo segundo es trivial, o bien no es cierto, con lo cuallo segundo no está justificado. De ninguna de las dos formas puede tenersentido el intento de Griffiths de convencer a los ecólogos de que usen cate-gorías monofiléticas.
Parece haber una tensión entre el requisito de que sólo puede
haber leyes científicas acerca de clases naturales y la idea de que sonnaturales las categorías referidas en las leyes científicas aceptadas. La
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efectividad del requisito de que sólo puede haber leyes científicas acer-ca de clases naturales supone un criterio independiente para determi-nar cuándo nos encontramos frente a una categoría natural. Si se piensaque todas las categorías referidas en las teorías científicas aceptadasson naturales, es que ya no nos estamos tomando en serio ese requisi-to. Griffiths pretende concertar las dos cosas. De ahí la circularidad. Lafuerza normativa que pretende tener su enfoque sobre las clases natu-rales parece no ser tal. CONCLUSIÓN
El enfoque cladista surgió con la meta de crear una taxonomía obje-
tiva que reflejara distinciones en el mundo y que no fuera sólo convenien-te para propósitos humanos. En consonancia con lo que muchos cladistaspiensan acerca de su sistema de clasificación, Griffiths considera que lasclasificaciones cladistas no sólo cumplen en algún sentido con ese objeti-vo, sino que son las únicas o las que mejor lo hacen. He intentado mostrarque los argumentos esgrimidos a favor de esta última tesis no son suficien-tes. Primero, he intentado mostrar que, suponiendo el marco teórico queGriffiths ofrece para comparar categorías, sólo se podría establecer la supe-rioridad de la cladística frente a otros sistemas jerarquizados, pero que hayclasificaciones no jerarquizadas que son dejadas de lado como postulan-tes a clases naturales sin razón alguna. Además, incluso aceptando la supe-rioridad de la cladística en cuanto a la cantidad de generalizaciones quese pudieran establecer en base a ella, esto no implica que, a la hora de atra-par la riqueza del mundo de los seres vivos en teorías, los conceptos brin-dados por la cladística sean suficientes. Luego, he puesto en duda loscriterios mismos para establecer la superioridad de la cladística, pues supo-nen la comparación de teorías no competidoras. Finalmente, he puesto enduda la fuerza normativa que pretende tener el enfoque de Griffiths a lahora de establecer cuál de los diversos sistemas de clasificación debe serutilizado por los biólogos y las razones que puede haber para fijar un sis-tema de clasificación común a toda la Biología. Bibliografía
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CONCEIVING OF SOMEONE ELSE’S PAIN ON THE MODEL OF ONE’S OWN*
In his essay on Wittgenstein’s Philosophical Investigations, Mal-
colm (1963, pp. 96-129) distinguishes two arguments against the possi-bility of a private language. First he spots the most famous one, whichhe calls “internal”, because it challenges the very assumptions which seemto make possible the existence of such a language. Then he describes asecond argument, which he names “external”, because instead of ques-tioning the presuppositions of a private language, it purports to show(adopting the form of a reductio) that, if we accept its existence, totallyimplausible consequences supervene. According to this last argument,which I shall call (following Malcolm) “External Argument”, if we learnthe concepts of pain and other sensations from our own private expe-riences, as the Cartesian tradition supposes, then we could not meaning-fully attribute sensations to others. And this means that Cartesianismand the whole modern tradition lead us to an almost absurd “conceptualsolipsism”.
In this paper I intend to challenge the External Argument. For this
purpose, I will first make some clarifying remarks, then I will present theargument by quoting Wittgenstein and Malcolm, afterwards I will sumup Kripke’s objection and, finally, I will raise my own. 1. PRELIMINARY REMARKS
The External Argument has been associated with a third Wittgen-
steinian argument which also accuses Cartesian philosophy ofleading usto conceptual solipsism. This third argument could roughly be put forwardas follows. According to traditional epistemology, other people’s sensationsare “in principle” unobservable and their relations with behavior are con-tingent. But from these facts it ensues, according to Wittgenstein, thatCartesian epistemology cannot provide us with any “criterion” for attribu-ting sensations to others. And this, in turn, implies (again according toWittgenstein) that those attributions would be meaningless.
* This paper and the two following replies were presented at the “Language,
Mind and World” Conference held in Buenos Aires, 26-29th may, 2003.
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I will consider the External Argument as being totally indepen-
dent from this criterion-based argument. Here I will follow Kripke (1982,pp. 119-21) – who offers reasons for treating it in such an independentway – and also those philosophers who sustain this argument today. Infact these authors – for example, Dancy (1985, p. 70), Bilgrami (1993,p. 318), Thornton (www.utm.edu/research/iep/s/solipsis.htm) and Levin(1974, pp. 65-70) – portray it as a purely conceptual and self-sufficientargument against traditional epistemology.1 The approach is based onWittgenstein’s remarks made in his Philosophical Investigations (§ 302and § 350), which contain the substance of the argument and where thenotion of criterion seems to play no role at all. 2. THE EXTERNAL ARGUMENT
In his Investigations § 302, Wittgenstein says:
If one has to imagine someone else’s pain on the model of one’s own, this is nontoo easy a thing to do: for I have to imagine pain which I do not feel on the modelof the pain which I do feel. That is, what I have to do is not simply to make atransition in imagination from one place of pain to another. As, from pain inthe hand to pain in the arm. For lam not to imagine that I feel pain in someregion of his body. (Which would also be possible.)2
Malcolm (1963, pp. 105-6) tries to strengthen Wittgenstein’s point
If! were to learn what pain is from perceiving my own pain then I should,necessarily, have learned that pain is something that exists only when I feelpain. For the pain that serves as my paradigm of pain (i.e., my own) has theproperty of existing only when I feel it. That property is essential, not accidental[…]. So if I obtain my conception of pain from pain that I experience, then itwill be part of my conception of pain that I am the only being that can experienceit. For me it will be a contradiction to speak of another’s pain.
1 Obviously, this argument against other minds is different from the more
traditional one, which challenges the reasons (presumably based on the argument fromanalogy) but not the meaningfulness of our beliefs in the existence of other minds.
2 According to Wittgenstein, if our language were private then, although we
could meaningfully attribute our own pains to other people’s bodies, we could not mea-ningfully attribute pains to others. So, according to Wittgenstein, the private langua-ge philosopher must admit that the statement “the Pope’s head hurts me” is meaningful,though, however, the statement the Pope has a headache” is meaningless. This exam-ple shows that the External Argument has the form of a reductio.
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ORAL HEALTH CARE SERIES Women’s Oral Health Issues November 2006 American Dental Association Council on Access, Prevention and Interprofessional Relations FOREWORD Women’s Oral Health Issues has been developed by the American Dental Association’s Council on Access, Prevention and Interprofessional Relations (CAPIR) Women’s Oral Health Issues is one volume in the Oral
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